Los hermanos Fernández
Se miraban, se entendían, como muchos hermanos tenían gustos en común, el helado de fresa, ver series policiacas y limpiar la casa con productos ecológicos.
Su madre había muerto pero ninguno de los dos se decidía a dejar ese espacio en común donde se habían criado, paredes empapeladas, tapetes color crema, que les hacían al llegar a casa y colgar la americana, lanzar un suspiro de satisfacción casi al unísono, mientras se enfundaban las zapatillas.
Una tarde de mayo, llamarón a la puerta. Uno de los hermanos se acerco a abrir y desde ese momento su vida cambio. Ella le pidió un poco de sal y la sal entro en su corazón.
Pasaba el tiempo y no podían recuperar la calma.
La vio en el ascensor. Sus ojos de sapo le produjeron taquicardia, tuvo mucho calor, su mano se acercó al cuello y apretó todo lo que pudo. Apenas produjo sonido.
A pesar de todo, nunca volvió a ser lo de antes.
me toca un poco más, me toca viajar, me toca comer fuera, me toca un abrigo, me toca la cola del paro, me toca abrir y cerrar la cartera, me toca estar triste, me toca estar sola, me toca estar vieja, me toca tu varita mágica, me toca ver la lluvia en mi cara, me toca comer el currusco de pan, me toca ponerme calcetines de lana….